Lo primerísimo que me ocurrió cuando leí a Herminia, fue volver a tener dudas de mi pobre vocabulario. No tengo ninguna vergüenza al decir, que me perdí un poco, porque llevaba mucho tiempo sin leer un libro tan bien llevado a la época en la que transcurre. No, no es una crítica (no soporto que digan que las críticas son constructivas), sino una reflexión a toda persona que quiera escribir una novela histórica.
Herminia no sólo se mete en la época dorada de nuestras letras, sino que calca la época. El estilo, la forma de narrar, todo el lenguaje está basado y construído según el ambiente y tiempo que transcurre. Normalmente cuando alguien narra una historia pasada, la cuenta con ojos del presente, y eso aunque correcto, a veces le resta personalidad.
Me pregunto ¿cuánto tuvo que documentarse? Y le aplaudo por ello. Todos los que nos hemos documentado en algo, sabemos la complicidad que tiene, y aquí de sobra se ve esa cualidad.
Aunque sobre todo si resaltase algo, es a la misma autora. Simpatía, buen hacer, cercana y ¿ya he dicho que derrocha simpatía?
¡Enhorabuena Herminia!