Anocheció sin darme cuenta, sólo cuando salió la luna me dolieron los pechos. Y sin nadie a quién amamantar, tuve más sed.
Cerca de allí, de aquel lugar, cualquier lugar; me senté. Desnudé mi torso al viento que me acompañaba con algo de violencia. Derramé sobre las flores y plantas la leche sobrante de mi ser y alivió mi cuerpo. Esa noche, amaneció sin darme cuenta.