He arrinconado un recuerdo. Una emoción que se ha perdido. Cogida de mi mano la llevo bajo mi alivio. Te la entrego a ti.
—Aquí tienes tu sentir.
Cierro tu pecho rajado y tu alma deja de llorar.
—No pierdas más el corazón.
Tu vecino se queja: Se le empañan los cristales, una mancha en el techo de humedad. Otra vez vuelves a llorar.